miércoles, 28 de noviembre de 2012

La niña-superpoder

 



 

 

Lo bueno de los superhéroes de verdad es que no llevan ninguna capa roja. Ni tampoco tienen una visión con infrarrojos. Ni vuelan. Ni corren a una velocidad supersónica.

Y lo mejor de todo, de todo, es que estos superhéroes no saben que lo son.

Por eso, os voy a pedir un favor de ojos. Si alguna vez os encontráis a alguno, no se lo digáis nunca. Nunca. Tapaos las orejas, la nariz, y cerrad bien la boca, para que vuestro descubrimiento no salte, para que no se escape, para que no le alcance…. Y que continúen siendo ellos mismos, sin máscaras, ni armas. Sólo ellos mismos, con su poder y su verdad.

¿Sabéis?

Yo hace mil millones de años, una noche, tropecé con una niña.

Recuerdo que era invierno, y la noche caía en mis hombros. En el cielo, había un manto de estrellas, y un trocito de luna.

Yo iba deambulando por la ciudad, caminando entre el frío, con la mirada agachada, y pensando mis pensamientos, y entonces… Zas! Caí al suelo!

Una piedra.

Y pensé: ¡Maldita piedra! ¡Qué asco de día! ¡Qué mierda de vida!

Me ayudó a levantarme una niña. Debería tener unos 6 años. Llevaba dos coletas y estaba comiendo una piruleta. Me llamo su atención su indumentaria. Iba vestida toda de color amarillo: el abrigo, el jersey y también sus calcetines. Pero lo que más me sorprendió fue el color de sus ojos. Eran rojos. Rojos como las cerezas. Como las amapolas. Como el corazón… Nunca antes había visto unos ojos así…

Le di las gracias, y le pregunté:

-          ¿estás sola?

-          No, yo no… Bueno, de hecho… yo nunca estoy sola….

-          ¿cómo que nunca estás sola? – le pregunté. Ahora mismo estás sola. No tienes a nadie a tu alrededor.

-          Eh…. Bueno…. Pero…. Eso no importa…

-          ¿cómo que no importa? – le dije.

-          Pues…. No..

-          Y…. a ver… entonces… vale, vale, pues no importa… pero… es que no te entiendo… ¿cómo que nunca estás sola?

-          Porque si tienes alegría, la contagias, y se multiplica. Porque ves, si yo me rio: jajaja, tú me ves, y también sonríes, aunque no sea una carcajada sonora, aunque tan sólo sea un ja.

Y no sé por qué, yo también sonreí, y ella continúo hablando…

 

-          A la gente le gustan los minerales de colores. Porque la gente quieres colores. Y cosas brillantes. Porque lo feo es triste. Y yo quiero color, color, color y alegría…. Y entonces cuando tienes eso, cuando la encuentras en cualquier parte, entonces…. La gente se sube y nunca te abandona…

-          Ya, ya… eso que dices es muy bonito… pero en la vida también hay cosas tristes…

 

-          ¡Claro!

Y lo dijo con tal seguridad, que me asustó.

-          Ya sé que a veces, no nos podemos llevar un trozo de pan a la boca, o se nos rompe nuestra muñeca preferida… ays… es que pueden pasar tantas cosas… pero entonces… entonces… cuando dices las cosas que te pasan, las cosas feas, y que te pesan… cuando dices las cosas que te apenan, que te duelen, que están dentro de ti y escuecen, entonces…  Se adelgazan, se van haciendo más pequeñas, más chiquitas porque ya no las tienes dentro, y… mientras salen de la boca, y te quedas sin ellas, entonces tocan el aire, y entonces cambian de color, y… la vida se engancha a ellas, y entonces los pedacitos de alegría también se pueden enganchar…

Me quede sorprendido ante su respuesta. Y pensativo... Y cuando le quise preguntar más cosas a esa niña, y darle las gracias ya no pude. Se había esfumado. La niña amarilla, la niña relámpago, había desaparecido de repente, tal y como apareció.

Entonces me acorde de esa extraña leyenda de mi abuela que decía que de vez en cuando, en la vida, te tropiezas con superhéroes, que hay de muchos tipos, altos, y bajas, con ojos azules, verdes o rojos, pero que cuando tropiezas con ellos, entonces tu vida se transforma ya para siempre, y no hay vuelta atrás, aunque tan sólo hayas estado un instante con ellos.

Supe entonces, que si existían, tal y como decía mi abuela, tenía que ser ella.

Porque ella me había desvelado el secreto de la alegría.

Y le di las gracias a la piedra. 

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